En esta entrada del diario quiero reflejar un aprendizaje que he recibido de unas niñas. Ellas no son alumnas de mi centro, son de mi familia, pero al no poder poner aquí enseñanzas de los niños de mi centro las pongo de ellas.
Al permitirse salir a pasear a los niños su padre les preguntó si ellas quería ir. A lo que, un de sus hijas de 4 años contestó que si podrían ir a saludar a sus abuelos ( desde lejos ojo). Su padre les dijo que no, que solo podrían pasear cerca de la casa, y ante esa respuesta la niña contestó que entonces prefería no salir, que estaban muy a gusto en casa y que fuera había un virus que quería matarles. Me llena de admiración su cabecita y su corazón. Si no es para saludar a sus abuelos, aunque sea de lejos, prefiere no arriesgarse porque sabe que fuera puede coger un virus que puede matar. Su prudencia, su conformismo y su amor me conmueven. Por otro lado, otra niña de mi familia, con años de edad dijo el otro día a sus abuelos que cuando pudiese ir a verles les iba a abrazar todo el tiempo y no les iba a soltar, que esperaba que no les importase. Esto emocionó a su abuelo (alguna lagrimilla soltó). Me llena de ternura el corazón de los niños. Ellos tienen mucha cabeza y ala vez profesan un amor infinito. Yo quiero ser como ellos. Me gustaría que todos los adultos fuésemos así. Está claro que como docente voy a tener que aprender mucho más de los niños que ellos de mí. Su moral es perfecta, pero luego el mundo parece que la perturba. Hemos de colabora en que esto no suceda. Adoro esos corazones tan puros y tan llenos de amor y sentido común, ¡y son niñas de 4 y 7 años! Cuánto tengo que aprender.
Comments