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Foto del escritorIria Gálvez Trigo

Reflexiones

Actualizado: 17 may 2020

Esta situación me está ayudando a ver muchas cosas. Estoy viendo lo importantísima que es mi profesión ( cosa que ya sabía). Cómo hasta en situaciones excepcionales un docente no puede permitirse el lujo de no trabajar. Los niños están ahí, son corazones que necesitan atención constante, agua y abono constante, como las plantas. Aprecio la utilidad de las TIC, y espero que del mismo modo en un futuro no muy lejano aprecien a las personas que sabemos hacer uso de ellas para abarcar la albor docente. Me gustaría que nos apreciase más a los maestros aquí en España. Me gustaría muchísimo. He de decir que esta situación me ha hecho aumentar la confianza en mí misma, pues me he sentido útil, he podido llegar a los niños, enseñarles contenidos, animarles, y ayudar a mi tutor. Un maestro no trabaja para ganar dinero. Trabaja en servicio constante a sus alumnos, como si fuesen sus hijos, y luego le dan el sueldo como algo accesorio, al menos así lo veo yo, así lo he visto en mi tutor. Esta experiencia me llena el corazón de una llama viva y ardiente de ganas de dar clase, de educar, de escuchar, de enseñar y de aprender. Si encima me pagan por ello mejor que mejor, pero si no, no me importa. Yo solo quiero educar, yo solo quiero ir a trabajar y volver a casa con una sonrisa de oreja a oreja con mil anécdotas que contar. Con mi corazón blandito por una frase de cariño de un niño o por un abrazo. En esta situación recuerdo continuamente los abrazos que por las mañanas todos los niños daba a su tutor para saludarle antes de entrar a la clase, uno por uno, y los abrazos que también me daban a mí. Sabía que era arriesgado, pero yo no tenía valor suficiente de negarles un abrazo. Los echo de menos, y eso que les he visto un mes y 11 días. Ojalá pronto un milagro nos saque de esta situación, pues me consta que los niños desean volver a clase con ganas, al igual que yo. Me da mucho miedo no poder ejercer de maestra por los motivos que sea, veo un futuro con mucha niebla densa, y eso siempre inquieta. Adoro el alma de los niños y todo lo que transmiten, sé que mi profesión es un camino fácil hacia el modelado de un alma virtuosa. Sé que, si llego a ser maestra, los niños siempre me ayudarán a ser mejor persona.


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